El
8 de Marzo es el Día Internacional de la Mujer. Las mujeres han estado
aparentemente ausentes en muchos ámbitos de la ciencia y de la cultura a lo
largo de la Historia, nunca se les ha reconocido su labor y ni siquiera han
sido nombradas en los libros o en las enciclopedias. Esta invisibilidad
histórica que han sufrido, hace que desconozcamos a muchas de ellas que
utilizaron su imaginación, su voluntad, sus fuerzas y a veces su vida para
contribuir a la construcción de una sociedad más justa para todos.
Muchas
mujeres sobre todo las que osaron salirse de la norma, tuvieron que luchar
contra la incomprensión de la sociedad de su tiempo, o contra el fascismo o el
racismo, o simplemente contra una absurda discriminación basada en el sexo, la
clase social o la identidad étnica. Algunas como Marie Curie con sus dos
premios Nobel han pasado a la posteridad pero muchas otras han caído en el
olvido convirtiéndose en las grandes olvidadas de nuestra historia.
Una
de estas mujeres fue Florence Nightingale.
La
fundadora de la moderna enfermería debe haber sido una mujer de una sana
ironía, a juzgar por una de sus frases: «lo menos que puede pedírsele a los
hospitales es que no propaguen enfermedades». Esta inglesa nacida en Italia en
1820 se alarmó cuando empezaron a llegar las noticias sobre la marcha de la
Guerra de Crimea, dando cuenta de la muerte de miles de soldados por las
pésimas condiciones sanitarias y la falta de cuidados con los heridos.
Propuso
al gobierno británico ir al frente de batalla con un batallón, no de soldados,
sino de enfermeras y ese paso marcó el nacimiento de una nueva profesión
formal, la de Enfermería, cuya primera escuela fundó tras regresar de la
guerra. Su talento iba mucho más allá del curativo. Percibió la importancia de
las estadísticas en la Medicina e introdujo los primeros formatos para recoger
la información clínica de los pacientes.
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